En
la sociedad actual existe una alarma generalizada en torno a la
juventud y los problemas que acompañan a ésta: fracaso y absentismo
escolar, consumo de drogas, falta de respeto por las normas y por los
adultos, sedentarismo, obesidad, agresividad, falta de responsabilidad y
compromiso, baja capacidad de esfuerzo y sacrificio, superficialidad,
consumismo, falta de curiosidad e iniciativa, desmotivación
generalizada, etc. En definitiva, una visión muy pesimista y prejuiciosa
de la juventud que, si bien es real en algunos aspectos y en una parte
de los jóvenes, se tiende injustamente a la generalización con demasiada
facilidad. En este contexto, existe la convicción de que la práctica
deportiva es uno de los mejores remedios de prevención y aprendizaje
para los niños y adolescentes, especialmente, aquellos deportes de mayor
difusión en los medios de comunicación, por la atracción que generan
sus estrellas en nuestros jóvenes (y en los no tan jóvenes). Así, se
parte de la idea de que haciendo deporte los niños aprenderán valores
tan demandados hoy día como disciplina, compromiso, respeto a las
normas, sacrificio, compañerismo, respeto a la figura adulta, un estilo
de vida saludable y un largo etcétera.
Sin embargo, por
la mera participación en una actividad deportiva no quiere decir que se
vayan a producir los efectos deseados de manera espontánea. Dependerá
de la orientación que se le de a dicha actividad por parte de políticos,
organizadores, directivos, árbitros, periodistas, publicitarios,
espectadores y, sobre todo, entrenadores y padres. Dicha orientación,
podrá ser generadora de un ambiente formativo para un desarrollo
saludable y positivo o, por el contrario, creadora de un contexto
imitador del deporte profesional, que ocasione presiones y sus
consecuencias negativas. Es responsabilidad de los adultos que trabajan
en el deporte base, incentivar un deporte sano y capaz de proporcionar a
los jóvenes un entorno donde desarrollar sus capacidades técnicas,
tácticas, físicas, psicológicas y sociales, tanto para la vida deportiva
como para la extradeportiva.
En esta misma línea,
resulta igualmente indispensable la figura de los padres de los
deportistas en formación, y la influencia que ejercen sobre sus hijos.
Los padres y madres juegan un papel fundamental en la generación del
hábito de practicar deporte, y en la continuidad en el mismo, sirviendo
como modelos. La mayoría de los padres desean lo mejor para sus hijos en
todos los aspectos de la vida; pero, por diferentes circunstancias y
motivos, no siempre tienen claros los objetivos de la práctica deportiva
de sus hijos e hijas, ni las pautas de comportamiento y las actitudes
adecuadas que pueden manejar y utilizar cuando asisten a un
entrenamiento o a una competición con sus hijos, o cuando,
posteriormente, dicho evento deportivo ha finalizado con resultado de
victoria o de derrota. Los padres desinteresados o preocupados en exceso
por los logros deportivos de sus hijos, pueden tener una influencia
negativa sobre su práctica deportiva.
Además, es común
ver en un campo de deporte base a espectadores exaltados que dan
instrucciones, insultan a los jugadores, árbitros, equipo rival,
entrenador, etc. como si estuviera en una grada de deporte profesional y
como si el resultado tuviera las consecuencias económicas de un gran
club. Hay que tener muy presente que una competición de deporte base no
tiene como finalidad divertir y entretener al público sino la formación
de los niños y adolescentes.
Afortunadamente, y para
ser justos, también existen muchos entrenadores, padres y espectadores
que tienen un comportamiento ejemplar en el contexto del deporte base,
lo cual es necesario reconocerlo públicamente, ya que llaman menos la
atención, no dando una imagen derrotista y apocalíptica de lo que ocurre
en todas las instalaciones deportivas.
En definitiva, y
como reflexión para todos, el deporte es una herramienta útil e
indispensable en la educación de nuestros jóvenes; pero siempre que
hagamos un buen uso de ella y no la convirtamos en una imitación del
deporte adulto y profesional. Al fin y al cabo, son niños vestidos de
deportistas, y no atletas disfrazados de niños.
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